La meditación es un paso VITAL para las personas que quieren cambiar de manera de pensar y de sentir, lo cual le llevará a cambiar sus resultados.

Habitualmente no hablo mucho de esta parte en mis talleres y conferencias, ya que creo que antes de llegar a meditar, necesitas trabajar ciertas partes de tu programación, indispensables para acallar esa vocecita interna que tanto nos sabotea.

Pero para las personas que ya lleváis un tiempo en este camino del CAMBIO, quiero hablaros de algo muy habitual que ocurre al principio.

La importancia de la meditación

Cuando empiezas a meditar es muy habitual que no logres acceder al momento presente. Te voy a exponer lo que suele pasar y de ese modo sabrás cómo afrontar el problema cuando suceda. Dominar esta habilidad es importante. Si no eres capaz de superar el estrés, los problemas y la angustia causados por tus pensamientos habituales, no podrás crear un futuro libre de esas condiciones.

Pongamos que estás meditando y tu pensamiento empieza a divagar por su cuenta. Estás acostumbrado a ese tipo de pensamiento porque llevas años practicando y depositando la atención en las mismas personas, cosas, y situaciones. Y también hace mucho que abrigas de manera automática las mismas viejas emociones con el fin de reafirmar la misma personalidad que está vinculada a tu realidad personal de siempre.

Es decir, llevas largo tiempo condicionando repetidamente tu cuerpo para que viva en el pasado sin darte cuenta de ello. La única diferencia es que ahora, como te has propuesto meditar, tienes los ojos cerrados.

Pondremos un ejemplo: mientras estás ahí con los ojos cerrados, no ves a tu jefe físicamente. Pero tu cuerpo desea experimentar la rabia que te genera, porque cada vez que lo miras en el mundo material (quinientas veces, cinco días en semana) sientes ira, amargura, frustración …. Igualmente, cuando te manda algún email, reaccionas inconscientemente del mismo modo, así que tu cuerpo se ha acostumbrado a usar a tu jefe para reafirmar tu adicción a la ira.

Quiere sumirse en esas emociones, e igual que un adicto que ansía su droga, tu cuerpo ansía esas sustancias químicas a las que está habituado.

Estás ahí sentado, con los ojos cerrados intentando meditar, pero tu propio cuerpo te boicotea. Y sucede así porque te está suplicando su dosis de viejas emociones, las mismas que sueles sentir cuando vas por la vida con los ojos abiertos.

Esto mismo te ocurre con pensamientos relacionados con tu pareja, con tus hijos, con el gobierno … estás habituado a las emociones que te genera el pensar en ellos de una determinada manera en tu día a día.

¿Cuál es LA CLAVE para salir de este bucle mientras meditas? ¿Cómo puedes dejar atrás a tu cuerpo para sumergirte en tu yo más profundo?

INSISTIR, Y NO LUCHAR. No hay otra clave. Cada vez que te asalte un pensamiento que te saque de tu centro, con el simple hecho de que tomes consciencia de que es un pensamiento generado por tu adicción, y que no luches contra él, solo con que lo reconozcas, y vuelvas otra vez a calmarte, ya estarás consiguiendo romper antiguas conexiones. Le estarás diciendo a tu cuerpo: te oigo, sé que me pides esas emociones, pero decido que me mi mente dirija mi cuerpo, y no al revés.

Poco a poco tu cuerpo se desintoxicará, y empezarás a ganar más y más control.

¿Cuánto tiempo necesitas para esto? No hay una regla fija. Nunca sabrás cuando jugarás el último partido, el que te da el campeonato. Simplemente un día dejarás de tener pensamientos que te distraigan de tu meditación, y casi ni te darás cuenta de que has ganado.

Solo recuerda: no luches … solo insiste en volver a calmar tu mente.

 

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